lunes, 8 de febrero de 2010

Zombieland (Tierra de Zombies) 2009




Ruben Fleischer.

Columbia Pictures / Relativity Media / Pariah

Estados Unidos

Escena Primera: Las barras y las estrellas como encuadre inicial.

El escenario post-apocalíptico no desplaza a America del centro de la industria cinematográfica. America como el ombligo del mundo.

Parece sobrado y sobre-explicativo, pero poner ese símbolo dentro de la primera secuencia, tiene un por qué narrativo.

En esta obviedad, radica la crítica.

Poner una bandera de Estados Unidos nos lleva a un lugar común, es un cliché intencionado.

Cuando se hace evidente algo que no necesita remarcarse, es un guiño a consciencia, no un derroche de etnocentrismo inocente.

La primer secuencia le avisa al espectador que en la manera de contar esta historia hay una consciencia latente del cine estadounidense, de los formatos de las películas de terror y del humor grotesco que caracteriza sus malas parodias -hablo específicamente de las muchas variantes de It’s not another ________ movie.

Es usual en las parodias norteamericanas, adoptar una estética que enfatice el bajo presupuesto de la producción. Son películas travesti. Una sobre-exageración de lo cómico que caricaturiza el género. El resultado es siempre un montaje tan cargado que se vuelve soso y chafa. Un sin sentido grotesco.

Creo que en Zombieland la fórmula es distinta. Ruben Fleischer toma el formato de las películas de terror más absurdas, y hace una comedia.

Hay una referencia sobre esta discusión en una de las secuencias de transición en la película. Al llegar a la casa de Bill Murray mencionan la casa de Russel Crow. Eligieron quedarse en casa del cómico, no en casa del héroe épico.

Un cambio de signo, cambia el tono.

La película cae en el pastelazo, se acerca más a una ironía que a un humor gringo de mal gusto. Tiene un humor más listo que el de la parodia mal lograda a la que estamos acostumbrados.

Los símbolos norteamericanos siguen apareciendo a lo largo de la película, y hacen evidente la intención de estos con el más obvio: Hollywood.

No es casual que la segunda parte de la historia, se desarrolle en Los Ángeles. La sede más importante del cine y la televisión del continente Americano. La casa del entretenimiento. La auténtica Zombieland.

Todo se acentúa en la última parte. La masacre de los muertos vivientes le sube seis rayitas al potencial splatter de la película. Es increíble ver a un ejército de zombies correr enloquecido hacia un parque de diversiones. Y es mucho más increíble ver a un solo redneck imposiblemente armado matando a cientos de come-sesos alborotados.

La crítica más evidente se hace en ese momento…

El parque de diversiones más visitado de California se ubica en las afueras de Los Ángeles: Disneyland.

El soundtrack es bueno.

Recorre la historia del rock desde Hank Williams hasta los Raconteurs, pasando por The Velvet Underground.

Excelente selección de música para perseguir Zombies y destruir cosas.

Es uno de los elementos que le da cierta posibilidad de híbrido entre un cinematic[1] y una película.

El argumento es pretexto perfecto para un videojuego. Los personajes, las locaciones y las armas, de momento se antojan como de PlayStation 4 con un control sincronizado a las vibraciones de los disparos.

Las salpicaduras en la pantalla, la música, y la constante de sobrevivir matando zombies hacen de la historia una opción perfecta para cualquier geek en fin de semana.

Escena última: un lamentable final abierto.

Desde su éxito irrevocable como la película de zombies más taquillera en la historia, después de desbancar el remake de Dawn of the Dead (2004). Se anunció la posibilidad –bastante probable- de hacer una secuela.

Con 60.8 millones de dólares de ganancias en 17 días y buenas criticas, tendremos más de Zombieland en un futuro cercano. Y no estoy segura de querer otra.


[1] Un cinematic es la manera en la que los videojuegos te dan las instrucciones, generalmente es a través de una animación.




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